Un manejo renal adecuado puede ayudar a prevenir o retrasar la progresión de la enfermedad hasta sus etapas finales, cuando se requiere diálisis o trasplante para mantener la vida. El manejo renal eficaz también puede ayudar a controlar los síntomas o efectos secundarios, como presión arterial alta, pérdida de apetito, náuseas, cansancio e hinchazón de manos, cara y pies.
El manejo renal debe realizarse en conjunto con su médico de cabecera, especialista en riñones o enfermero especializado y equipo de salud aliado. El manejo renal a menudo implica abordar factores relacionados con la nutrición, el estado físico, la medicación y el espíritu.