Gabriele Togliatto, Matteo Traversa, Alberto Orsello y María Felice Brizzi
La enfermedad arterial periférica (EAP) es un problema clínico importante y un costo significativo de atención médica en todo el mundo [1]. La EAP es el resultado de una oclusión progresiva de las arterias periféricas impulsada por la aterosclerosis [2]. Esto, a su vez, conduce a una reducción gradual del suministro de sangre a la extremidad y la aparición de síntomas que van desde claudicación intermitente a isquemia crítica de las extremidades [3]. Además, como la EAP permanece infradiagnosticada durante muchos años, es común encontrar daño muscular y ulceración. La EAP es una complicación vascular común en individuos diabéticos [4] y se espera que su incidencia y prevalencia aumenten debido a la propagación de la diabetes y al envejecimiento de la población [5]. En particular, los pacientes diabéticos tienen un alto riesgo de desarrollar EAP que es más grave y difusa que en pacientes no diabéticos [4]. Además, la presencia de EAP en estos pacientes se asocia con un aumento de la morbilidad y mortalidad por enfermedades cardiovasculares [1,4].
Comparte este artículo