J. M. Cruickshank
Existe una epidemia de obesidad, diabetes tipo 2 (DM2) e hipertensión en los países desarrollados de todo el mundo. El objetivo de esta revisión es examinar las interrelaciones entre la obesidad, la DM2 y la hipertensión en sujetos jóvenes y de mediana edad, destacando la importancia de la actividad del sistema nervioso simpático elevada y las implicaciones del tratamiento. La obesidad central se asocia con resistencia a la insulina y niveles elevados de insulina y leptina en plasma. La insulina y la leptina actúan sobre el mesencéfalo, lo que produce un aumento de la actividad del sistema nervioso simpático y de la presión arterial. El aumento crónico de la actividad del sistema nervioso simpático, independientemente de la presión arterial, es un potente predictor de infarto de miocardio en personas de mediana edad. La pérdida de peso, mediante un cambio de estilo de vida o cirugía bariátrica, produce una reducción de la presión arterial. Los agentes antihipertensivos que aumentan la actividad del sistema nervioso simpático, como los diuréticos, los antagonistas del calcio dihidropiridínicos y los bloqueadores de los receptores de angiotensina (ARA), no reducen (y pueden aumentar) el riesgo de infarto de miocardio en sujetos jóvenes o de mediana edad con hipertensión y DM2. El bloqueo beta-1, que es eficaz para hacer retroceder y estabilizar la placa ateromatosa coronaria, es preferible a la inhibición de la ECA y es el tratamiento de primera línea de elección.
Comparte este artículo