El diagnóstico de una infección viral generalmente se basa en la sintomatología sin confirmación de laboratorio porque: Las infecciones virales rara vez ponen en peligro la vida y existen alternativas limitadas de intervención. Es importante en caso de infección que ponga a prueba la vida, infecciones para las cuales existen intervenciones o estrategias de manejo, infecciones crónicas.
En general, las pruebas de diagnóstico se pueden agrupar en 3 categorías: (1) detección directa, (2) examen indirecto (aislamiento del virus) y (3) serología.
En el examen directo, la muestra clínica se examina directamente para detectar la presencia de partículas virales, antígenos virales o ácidos nucleicos virales. En el examen indirecto, la muestra se introduce en cultivo celular, huevos o animales en un intento de hacer crecer el virus: esto se denomina aislamiento del virus. En realidad, la serología constituye, con diferencia, la mayor parte del trabajo de cualquier laboratorio de virología. Se puede realizar un diagnóstico serológico mediante la detección de títulos crecientes de anticuerpos entre las etapas aguda y de convalecencia de la infección, o la detección de IgM. En general, la mayoría de las infecciones virales comunes pueden diagnosticarse mediante serología. La muestra utilizada para la detección de dirección y el aislamiento del virus es muy importante. Un resultado positivo en el sitio de la enfermedad tendría una importancia diagnóstica mucho mayor que los de otros sitios.
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