Gregorio Gebauer
Las fracturas por fragilidad osteoporóticas son una causa importante de morbilidad en la población geriátrica. Un tercio de las mujeres y una quinta parte de los hombres mayores de 50 años sufrirán una fractura por fragilidad a lo largo de su vida [1]. Solo en los Estados Unidos, esto suma un estimado de 2 millones de fracturas cada año [1]. Se espera que estas cifras aumenten en los próximos años a medida que la generación de los baby boomers avance en edad. Estimaciones conservadoras indican que el número de fracturas de cadera osteoporóticas aumentará de 330.000 al año (en la actualidad) a 550.000 en 2040 [2,3].
John Kadzielski y James Herndon
Un artículo publicado en el New England Journal of Medicine se centra en la responsabilidad personal por los errores médicos y sugiere que restablecer el equilibrio entre la responsabilidad personal y un sistema de “no culpar” es el factor clave para eliminar los errores médicos [1]. Los autores de este artículo escriben como si hubiera existido un sistema de “no culpar” y que ahora es el momento de restablecer la responsabilidad personal. Creemos que ha sucedido lo contrario. La cultura médica actual de culpar, hacer malas prácticas y castigar de manera reaccionaria (basada en la idea de que un ser humano o un equipo de seres humanos es responsable de un error) ha estado vigente durante décadas y no ha logrado mejorar la seguridad [2]. El concepto de responsabilidad y obligación personal ha estado vigente desde antes del informe del IOM sobre los errores médicos de 1999 y las cosas no han cambiado [3].
Mohamed Mansour Elzohairy
Antecedentes: Las fracturas subtrocantéreas conminutas del fémur se consideran unas de las fracturas más difíciles de tratar en la literatura ortopédica. El objetivo de este estudio prospectivo fue evaluar la técnica de reducción indirecta y fijación biológica con tornillos condilares dinámicos y fijación con placa para el tratamiento de fracturas subtrocantéreas conminutas del fémur.
Método: Treinta y un casos presentaron fracturas conminutas subtrocantéreas de fémur, clasificación AO (tipo C), fueron tratados mediante fijación biológica, método de reducción indirecta con tornillo condilar dinámico y fijación con placa.
Resultados: Los casos fueron seguidos mediante examen clínico y radiológico de 12 a 32 meses (media 22 meses). En todos los casos se logró la unión en alineación aceptable de 15 a 24 semanas (rango de 3 a 6 meses) (media 4,5 meses) en todos los casos excepto, tres casos (9,7%) con fallas de las fijaciones debido a osteoporosis y carga completa temprana una semana después de la cirugía. Con excepción de 3 casos con fallas de fijación que se excluyeron del análisis de los resultados funcionales, todos los casos tuvieron un buen resultado funcional con respecto a la puntuación de cadera de Harris que varió de 70 a 95 (media 85).
Conclusión: La reducción indirecta y la fijación biológica con tornillos condilares dinámicos y fijación con placa se consideran un método de fijación económico y valioso para el tratamiento de fracturas subtrocantéreas conminutas del fémur, especialmente en poblaciones de pacientes jóvenes.
Tanawat Vaseenon, Sirichai Luevitoonvechkij, Wittaya Akkaraatimart y Anupong Laohapoonrungsee
Antecedentes: El enclavado tibial es un tratamiento estándar para las fracturas de tibia. Colocar el clavo en la posición incorrecta provocará una mala alineación de la fractura y posiblemente daños en el hueso cortical. Sin embargo, nunca se ha estudiado el punto de entrada exacto de esta técnica en los tailandeses. En el hospital de la Universidad de Chiang Mai, se utiliza habitualmente un clavo SIGN tibial en las fracturas de la diáfisis tibial.
Objetivo: Identificar el punto de entrada preciso para el clavado tibial con el clavo tibial SIGN, definido como el punto que proporcionará una alineación adecuada de la fractura.
Diseño: Estudio cadavérico
Métodos: Doce cadáveres con articulaciones de rodilla unidas fueron sometidos a enclavado tibial con clavos tibiales SIGN. Después de la colocación del clavo, los especímenes fueron sometidos a osteotomías a un nivel de 10 centímetros distal a la superficie articular. Se probaron múltiples puntos de entrada para determinar la alineación de la fractura. Se registraron los desplazamientos medial-lateral y antero-posterior a partir de la radiografía simple para estos diversos puntos de entrada.
Resultados: En el plano coronal, el punto de entrada a sesenta por ciento del borde medial de la meseta tibial fue identificado como el que minimiza el desplazamiento medial-lateral de la diáfisis tibial después de la fractura. En el plano sagital, el punto de entrada a 20 mm posterior al tubérculo tibial resultó en el menor desplazamiento anteroposterior.
Conclusión: Cuando se utilizó el clavado tibial con clavo tibial SIGN, el punto de entrada de 20 mm posterior al tubérculo tibial y el sesenta por ciento de la distancia total desde la meseta tibial medial proporcionaron el equilibrio preciso de reducción de la fractura.
Kaisorn L. Chaichana, Rafael De la Garza-Ramos, Daniel M. Sciubba, Ziya L. Gokaslan y Ali A. Baaj
Antecedentes del estudio: Las fracturas toracolumbares se encuentran entre los tipos más comunes de fracturas traumáticas de la columna vertebral. El uso de la fijación percutánea mínimamente invasiva con tornillos pediculares para estas fracturas se ha limitado a informes de casos y pequeñas series de casos. La eficacia de este enfoque sigue sin estar clara. Métodos: Se presenta la evaluación y el tratamiento de un paciente con fractura traumática por estallido de T12. Además, se realizó una revisión de la literatura de las bases de datos Medline y PubMed. Resultados: Se identificó un total de 166 pacientes de 8 estudios. La edad promedio fue de 46 años. Se informó politraumatismo en el 27% de los pacientes. El tiempo promedio de cirugía fue de 91 minutos, con una pérdida de sangre promedio de 95 mililitros. Las complicaciones notificadas fueron fractura no curada en 3 (2%), infección en 1 (0,6%), tornillo mal posicionado en 1 (0,6%) y hematoma en 1 (0,6%) en un tiempo de seguimiento medio de 26 meses. El dolor mejoró en un promedio de 6 puntos después de la cirugía según la puntuación analógica visual, y la corrección media de la cifosis en estos estudios fue de 8,5°. Conclusiones: Esta revisión demuestra que la fijación percutánea mínimamente invasiva con tornillos pediculares es una opción viable para el tratamiento de fracturas toracolumbares traumáticas en pacientes neurológicamente intactos. Los pacientes mayores y/o que presentan politraumatismos pueden beneficiarse más de este tipo de intervención.