Los agentes antifúngicos son sustancias que destruyen o previenen el crecimiento de hongos. Es uno de los grupos de antibióticos. Los tipos más comunes son micosis como el pie de atleta, tiña, candidiasis (aftas), infecciones sistémicas graves como la meningitis por criptococos.
Los antifúngicos matan al organismo fúngico sin efectos peligrosos para el huésped. A diferencia de las bacterias, tanto los hongos como los humanos son eucariotas. Por lo tanto, las células fúngicas y humanas son similares a nivel molecular, lo que hace más difícil encontrar un objetivo para atacar a un fármaco antifúngico que no exista también en el organismo infectado. En consecuencia, algunos de estos medicamentos suelen tener efectos secundarios. Con frecuencia se buscan antifúngicos para controlar el crecimiento de moho en materiales domésticos húmedos o mojados. En medicina, se utilizan como tratamiento para infecciones como el pie de atleta, la tiña y la candidiasis y funcionan aprovechando las diferencias entre las células de los mamíferos y las de los hongos.
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