Rebeca
Desde principios de los años 50, el paradigma dominante en la genética humana de las enfermedades infecciosas postula que las inmunodeficiencias monogénicas raras confieren vulnerabilidad a múltiples enfermedades infecciosas (un gen, múltiples infecciones), mientras que las infecciones comunes están asociadas con la herencia poligénica de múltiples genes de susceptibilidad (una infección, múltiples genes). Estudios recientes, desde 1996 en particular, han cuestionado esta visión. Está surgiendo un grupo recientemente reconocido de inmunodeficiencias primarias que predisponen al individuo a un tipo principal o único de infección. Al mismo tiempo, se ha demostrado que varias infecciones comunes reflejan la herencia de un gen de susceptibilidad principal, al menos en algunas poblaciones. Esta nueva relación causal (un gen, una infección) desdibuja la distinción entre la genética mendeliana basada en el paciente y la genética compleja basada en la población, y proporciona un marco conceptual unificado para explorar la base genética molecular de las enfermedades infecciosas en humanos.
En casi todos los virus, bacterias, hongos o parásitos con trópico humano, el resultado clínico de la infección primaria es enormemente variable, desde asintomático hasta letal. Desde hace mucho tiempo se ha creído que esta variabilidad está determinada en gran medida por la genética de la línea germinal del huésped humano, y cada vez se demuestra más que así es. El número y la diversidad de errores innatos de inmunidad conocidos aumentan continuamente, y aquí nos centramos en los rasgos autosómicos y recesivos ligados al cromosoma X que subyacen a deficiencias completas de la proteína codificada. Esquemáticamente, se han observado cuatro tipos de fenotipo infeccioso en individuos con tales deficiencias, cada uno de los cuales proporciona información sobre la redundancia del gen humano correspondiente, en términos de defensa del huésped en condiciones naturales. La falta de una proteína puede conferir vulnerabilidad a una amplia gama de microbios en la mayoría de los pacientes, si no en todos, a través de la alteración de un componente inmunológico clave. En tales casos, el gen en cuestión es de baja redundancia .
Sin embargo, la falta de una proteína también puede conferir vulnerabilidad a un rango estrecho de microbios, a veces a un solo patógeno, y no necesariamente en todos los pacientes. En tales casos, el gen en cuestión es altamente redundante. Por el contrario, la deficiencia puede ser aparentemente neutral, y no conferir ninguna predisposición detectable a la infección en ningún individuo. En tales casos, el gen en cuestión es completamente redundante. Finalmente, la falta de una proteína puede, paradójicamente, ser ventajosa para el huésped, confiriéndole resistencia a una o más infecciones. En tales casos, se considera que el gen muestra una redundancia beneficiosa. Estos hallazgos reflejan el estado actual de la evolución de los humanos y los microbios, y no deben considerarse predictivos de redundancia, o de falta de redundancia, en el futuro lejano. Sin embargo, estas observaciones son de potencial interés para los biólogos actuales que prueban hipótesis inmunológicas experimentalmente y los médicos que tratan a pacientes con afecciones inmunológicas o infecciosas.
Comparte este artículo