Kenne Russi
La infancia suele representarse como una época de inocencia, exploración y energía ilimitada. Sin embargo, para los niños con epilepsia, esta imagen idílica puede verse destrozada por la naturaleza impredecible y potencialmente transformadora de su condición. La epilepsia, caracterizada por convulsiones recurrentes, afecta a personas de todas las edades, pero su impacto en los niños puede ser particularmente profundo. La epilepsia es un trastorno neurológico caracterizado por una actividad cerebral anormal que provoca convulsiones. En los niños, la epilepsia puede manifestarse de diversas formas, desde sutiles crisis de ausencia hasta convulsiones dramáticas. Si bien la causa exacta de la epilepsia en los niños suele ser desconocida, puede atribuirse a factores como la predisposición genética, lesiones cerebrales, infecciones o trastornos del desarrollo. Uno de los desafíos en el diagnóstico de la epilepsia infantil es reconocer los síntomas, ya que pueden confundirse con otras afecciones o peculiaridades del desarrollo. Por ejemplo, las crisis de ausencia, que causan breves lapsos de conciencia, pueden malinterpretarse como ensoñación o falta de atención. Por otro lado, las convulsiones, caracterizadas por movimientos espasmódicos incontrolados, son más fácilmente identificables pero pueden ser aterradoras tanto para el niño que las experimenta como para quienes presencian el episodio.
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