Mohamed Ibrahim Fheili
El Líbano salió de París II en noviembre de 2002 con 4.500 millones de dólares en préstamos blandos de países amigos del Líbano. Esto representaba, en ese momento, el 25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Debe haber sido un fondo muy necesario, pero no se utilizó adecuadamente. Después de eso, el apetito de gasto de la clase política se hizo más fuerte sin que se informara o reclamara ninguna reforma. La naturaleza y la magnitud del problema de la deuda no podrían quedar más claras con la declaración del entonces presidente del consejo de administración de la Asociación de Bancos del Líbano (ABL), en febrero de 2012, el Dr. Francois Bassil, que se pronunció enérgicamente contra la continuación de los bancos de la vía de los préstamos al gobierno. Estaba absolutamente claro que la deuda pública del Líbano se estaba saliendo de control y ya no era sostenible. Los bancos que operan en el Líbano soportan la mitad de la deuda pública en moneda extranjera y más de dos tercios de la deuda denominada en moneda nacional, lo que los puso en el ojo de la tormenta.
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