Ben Hassine Skander* y Aouadi Sami
La importancia de un clima favorable para determinar los flujos de IED se ha comprendido y enfatizado en la literatura económica durante mucho tiempo. Por lo tanto, la inclusión de diversas medidas de atributos sociales y políticos de los países receptores no es un aspecto de la literatura reciente sobre la IED. Podemos citar los estudios de Basi, quien investigó los efectos de la inestabilidad política sobre la IED. Sin embargo, en los últimos años ha habido un resurgimiento del interés en este tema, con particular énfasis en los factores representativos de la calidad de las instituciones. Una gran cantidad de documentos que abordan este tema dará lugar a una creciente literatura sobre el efecto de la IED en el crecimiento económico a través de la calidad de las instituciones. Tres factores contribuyeron al surgimiento de este interés. Primero, en el estudio de North, ha habido una conciencia generalizada del importante papel que desempeñan las instituciones en la configuración de los incentivos para la inversión y las actividades económicas en general. Segundo, hubo un rápido crecimiento de los flujos de IED en el decenio de 1990, y el creciente interés de los países en transición y en desarrollo en atraer una mayor proporción de estos flujos. En tercer lugar, los inversores extranjeros han mostrado un mayor interés en la calidad de las instituciones que en el acceso a los recursos naturales convencionales y lo consideran una posible ventaja de ubicación en los países receptores.
El propósito de nuestra investigación es tratar de explicar teórica y empíricamente cómo y en qué medida la calidad de las instituciones condiciona el impacto de la Inversión Extranjera Directa (IED) en el crecimiento económico y esto con el objetivo de extraer lecciones para posibles políticas económicas.
Los dos modelos de datos de panel involucran una muestra de 110 países, divididos en dos grupos: 40 PD y 70 PVD, utilizando el sistema GMM, nuestros resultados muestran que la IED por sí sola juega un papel ambiguo en la contribución al crecimiento económico durante el período de 1996 a 2017.
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