Azhar Noor*
El cerebro siempre está en riesgo de sufrir lesiones, ya sean agudas o crónicas. Desde hace mucho tiempo se ha considerado que la capacidad de regeneración del cerebro de los mamíferos adultos es muy limitada en comparación con otros tejidos, como la piel, el hígado o los intestinos. Como resultado, el cerebro de los mamíferos es incapaz de reconstruir las estructuras que se han perdido debido a eventos dañinos como un accidente cerebrovascular isquémico o una lesión cerebral traumática. Sin embargo, en caso de una lesión aguda o crónica, se produce una importante restauración funcional debido a la capacidad de las estructuras cerebrales supervivientes de asumir al menos algunas de las funciones de los tejidos destruidos. Esto se observa, por ejemplo, en pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular en el hemisferio izquierdo y que pueden presentar inicialmente afasia motora o sensorial.
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