Hitokazu Tsukao*, Riki Matsukawa, Tsubasa Ueda, Yuva Fujii, Wataru Yamaguchi, Junya Nakaya, Toru Kojima
Ciertas enfermedades de la piel, como la dermatitis atópica, suponen un riesgo para el desarrollo de infecciones cutáneas y, en etapas más avanzadas, de bacteriemia. En consecuencia, se plantea la hipótesis de que las enfermedades de la piel podrían desempeñar un papel en la aparición de endocarditis infecciosa (EI). Presentamos el caso de una mujer japonesa de 21 años con antecedentes de acné vulgar. Apareció herpes zóster en el tronco derecho de la paciente, por lo que consultó a un dermatólogo local después de 9 días y su condición mejoró después de recibir un medicamento antiviral. Sin embargo, 32 días después de desarrollar herpes zóster, experimentó fiebre y vómitos que no mejoraron y se presentó en una clínica cercana el día 36. Fue derivada al hospital el mismo día. Un estudio médico reveló Staphylococcus aureus en dos series de hemocultivos tomados al ingreso. La ecocardiografía transesofágica reveló una vegetación de 1,7 cm cerca del tabique del tracto de salida del ventrículo derecho, lo que llevó a su diagnóstico de endocarditis infecciosa (EI), atribuida a S. aureus. Las imágenes de tórax mostraron múltiples opacidades nodulares dentro de sus campos pulmonares, interpretadas como una complicación asociada con una embolia pulmonar séptica resultante de EI. Se inició tratamiento empírico con ceftriaxona (CTRX) + sulbactam/ampicilina (SBT/ABPC). CTRX + SBT/ABPC se cambió a monoterapia con cefazolina después de identificar el organismo causal, y la condición de la paciente mejoró gradualmente. Nuestro caso es raro ya que la enfermedad de la piel no se consideraba anteriormente como un factor de riesgo que desencadenara la aparición de EI.
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