Ian Shaw y Hugh Middleton
En este artículo se critica la utilidad de la terapia cognitivo-conductual, que suele considerarse un medio para reparar la pérdida de redes comunitarias y de amistad en la sociedad. En este contexto, la terapia corre el peligro de convertirse en una iatrogenia en el peor de los casos y en otra "tecnología del estado de ánimo" en el mejor de los casos. En este artículo desarrollamos las críticas formuladas en otros lugares y ofrecemos un argumento más matizado que considera una gama más amplia de terapias psicológicas. Si bien todas las terapias psicológicas operan a nivel individual, existen amplias diferencias en las posturas epistemológicas adoptadas por las distintas escuelas terapéuticas. La terapia cognitivo-conductual se centra en la idea del pensamiento disfuncional dentro del individuo, la terapia psicoanalítica se centra en los legados del desarrollo, mientras que la terapia centrada en la persona se centra en las influencias sociales actualmente activas. En esta forma, la terapia individual puede ser una vía hacia el cambio que es compatible con nuestra crítica sociológica. Sin embargo, sigue vigente la crítica más amplia de que las terapias psicológicas intentan compensar las rupturas en las redes sociales y de amistad. Además, las revisiones de los datos de resultados psicoterapéuticos y las investigaciones cualitativas apuntan a la experiencia de una relación auténtica, más que a la técnica psicoterapéutica, como el principal determinante del resultado. El objetivo debería ser prevenir el desarraigo social, en lugar de intentar repararlo a posteriori. Esto plantearía una gama más amplia de preguntas, como: ¿qué significa realmente el aislamiento social en la sociedad occidental contemporánea y qué significa esto para las personas con problemas de salud mental en particular? ¿Cuáles son las diversas formas en que las redes sociales brindan funciones de apoyo y qué puede faltar en la vida de una persona y qué se puede hacer para tratar de compensar esa falta?
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