Olayiwola ARO
Durante los últimos 50 años, nuestro planeta ha sufrido cambios dramáticos en materia de contaminación, población y presión que la humanidad ejerce sobre sus recursos naturales. Nuestros problemas ambientales se deben en gran medida al rápido crecimiento demográfico, que está ejerciendo una gran presión sobre los recursos naturales de la Tierra. A esto se suma el desarrollo científico y tecnológico, unido al crecimiento industrial. Muchas partes del sistema global corren el riesgo de sufrir una miríada de problemas ambientales, una situación que cada vez resulta más difícil para la supervivencia humana. En África, los problemas de la sequía, la ecología y el medio ambiente han tenido un efecto muy perjudicial sobre las personas, lo que ha agravado una situación ya de por sí delicada. Se calcula que, tan sólo en el África subsahariana, cerca de 156 millones de personas se verán afectadas negativamente por la hambruna, por ejemplo, en 2015 si no se diseña una intervención seria para solucionar los problemas ambientales. En este artículo se examinan los problemas del medio ambiente y el deterioro ecológico desde la perspectiva de los medios de comunicación islámicos. En el artículo se sostiene que el universo, con todo lo que hay en él -las estrellas y los planetas, el sol y la luna, la luz y la oscuridad, el agua y la tierra, las plantas, los animales y los seres humanos- es una creación de Alá/Dios. Por lo tanto, es imperativo que se los trate con el respeto que se debe a las criaturas de Alá. La destrucción de estas cosas, insiste el artículo, constituye una confrontación con el propósito divino y un acto perverso de opresión, ya que todas las criaturas y productos del mundo natural tienen su propia parte y aportan su propia contribución al todo universal y a la belleza y el equilibrio ecológicos. La cuestión de la mala gobernanza, la inseguridad, la degradación, la conservación y la gestión del medio ambiente ha llegado gradualmente a dominar el escenario central de los foros de desarrollo durante las cuatro décadas posteriores a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente humano celebrada en Estocolmo, Suecia, en 1972. El artículo señala que las consecuencias visibles de la actividad humana sobre el medio ambiente han puesto de manifiesto que ya no se puede dar por sentado el bienestar ambiental continuo. El artículo analiza las soluciones proporcionadas por la religión y el estilo de vida islámicos para hacer que el medio ambiente sea más seguro, mejor, más limpio y más verde. También sostiene que es necesario adoptar medidas deliberadas y concretas para conservar, renovar y mantener un medio ambiente sano que garantice un desarrollo sostenible y sea adecuado para la existencia humana. El documento concluye que la protección del medio ambiente no es una opción para el gobierno y los gobernados, sino un imperativo que debe situarse en el centro de la toma de decisiones económicas y políticas. Si no protegemos el medio ambiente adecuadamente, en el mejor de los casos podríamos hacer insoportable la vida de millones de personas y otras especies y, en el peor, poner fin a nuestra existencia.
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