Megan Undeberg*
El cáncer, un adversario implacable que no perdona a ningún grupo de edad, plantea un desafío particularmente agudo cuando afecta a los niños. El cáncer pediátrico, si bien es relativamente poco frecuente, es devastador no solo por la enfermedad en sí, sino también porque altera la vida de los pacientes jóvenes durante etapas cruciales de su desarrollo. En los últimos años, el panorama de la quimioterapia pediátrica ha sido testigo de innovaciones significativas, que marcan el comienzo de una nueva era de esperanza y progreso. Estas innovaciones no solo se centran en mejorar las tasas de supervivencia, sino que también priorizan la calidad de vida de los pacientes jóvenes, lo que marca un cambio profundo en la forma en que abordamos la oncología pediátrica.
Comparte este artículo