Atalay Mulu Fentie, Minyahi Alebachew Woldu, Belete Ayalneh Worku
La leucemia mieloide crónica es un trastorno mieloproliferativo clonal y de progresión lenta caracterizado por la presencia del cromosoma Filadelfia. Aunque se desconoce su incidencia mundial, la leucemia mieloide crónica representa entre el 15% y el 20% de los casos de leucemia en adultos en los Estados Unidos y es una enfermedad predominantemente de adultos. Tiene tres fases que reflejan el grado de malignidad: fase crónica, fase acelerada y fase de crisis blástica. El diagnóstico inicial y el seguimiento de la respuesta al tratamiento se basan en evaluaciones hematológicas, citogenéticas y moleculares que deben comprobarse periódicamente. El tratamiento en cada fase ha experimentado un progreso profundo en un período de tiempo relativamente corto, comenzando con la terapia con arsénico, la radioterapia, el trasplante alogénico de células madre hematopoyéticas, el interferón alfa recombinante, el busulfán y la hidroxiurea, y más recientemente con los inhibidores de la tirosina quinasa. Entre los inhibidores de la tirosina quinasa, la red nacional integral del cáncer coloca al imatinib, el dastinib y el nilotinib como recomendación de categoría 1 para el tratamiento inicial de la leucemia mieloide crónica en fase crónica. Los inhibidores de la tirosina quinasa de segunda generación, nilotinib, dasatinib, bosutinib y ponatinib, han demostrado inducir tasas más altas de respuestas óptimas tempranas, aunque aún queda por determinar su impacto en la supervivencia general a largo plazo. También existen medicamentos para el tratamiento de la leucemia mieloide crónica, como los inhibidores de la histona deacetilasa, los inhibidores del proteasoma y los inhibidores de la farnesil transferasa, que se encuentran en fase de investigación. Además de estos, se están investigando vacunas como parte del tratamiento de la leucemia mieloide crónica, que aún requieren más investigación.
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