Giovanni Lo Re, Paolo Doretto, Massimiliano Balbi y Sandro Sulfaro
Introducción: en la pandemia de COVID-19 están surgiendo dificultades diagnósticas y terapéuticas para el cáncer. Además de la neumonía intersticial, la coagulación intravascular diseminada y la sepsis, la lesión hepática (IL) es una ocurrencia bastante frecuente, con un peso significativo en la evolución y el pronóstico de COVID-19. Su participación está vinculada a la ECA2 de los colangiocitos. Excluida otra patogenia, la IL podría representar una fase prodrómica de COVID-19, si la negatividad diagnóstica inicial se sigue de la positividad para COVID-19.
Caso clínico: Paciente masculino de 59 años con diagnóstico de carcinoma renal de células no claras papilar metastásico (nccRCC). Después de Sunitinib neoadyuvante, fue sometido a nefrectomía derecha con trombectomía cava-atrial en circulación extracorpórea. Posteriormente, continúa con Sunitinib hasta progresión de la enfermedad (PD) al hueso, seguido de Axitinib desde diciembre de 2015 a diciembre de 2015 y radioterapia (RT) femoral izquierda con control de la enfermedad (DC). Después de la PD de pulmón y hígado, fue tratado con Nivolumab desde diciembre de 2015 a junio de 2016 con respuesta hepática y DC general. Después de la PD de trombosis hepática y cava, Sorafenib, administrado desde junio de 2016 a diciembre de 2017, ácido zoledrónico trimestral y RT ósea obtuvieron DC. Posterior RT y Cabozantinib desde febrero de 2018 a septiembre de 2019, durante la cual refirió fractura patológica de fémur izquierdo, siendo sometido a reducción y síntesis quirúrgica. Desde enero de 2020 a septiembre de 2020 se administró Everolimus con DC.
Posteriormente, en vista de la EP relacionada con la inmunosupresión, tras comprobarse negatividad para COVID-19, inició terapia con dosis bajas intravenosas de ciclofosfamida, fluorouracilo e interleucina-2 subcutánea con toxicidad moderada. Tras el inicio de la disnea, confirmación de negatividad para COVID-19, fue hospitalizado y la tomografía computarizada de tórax demostró reducción del tamaño de la lesión pulmonar más grande. Después de la terapia con antibióticos y esteroides con mejoría clínica y alta, el paciente se quejó de empeoramiento de los síntomas y la bioquímica mostró signos de hepatitis colestásica y alargamiento del INR. Durante la hospitalización posterior, experimentó rectorragia y pruebas biohumorales mostraron negatividad para COVID-19, hipoalbúmina y persistencia de trastornos coagulativos y hepáticos. Cambio de parámetros inmunológicos, a partir de los cuales se observó inmunofenotipo de linfocitos con aumento inicial de los recuentos de Treg seguido de disminución durante la quimioinmunoterapia. A pesar de los cuidados de apoyo, el paciente falleció con positividad para COVID-19 en el hisopado nasofaríngeo.
Conclusión: Este cuadro hepático prodrómico en el carcinoma de células renales no necrótico grave tratado podría ser una expresión del aumento de los recuentos de linfocitos T y Treg, estimulado por IL-2, con retroalimentación negativa sobre la hiperinflamación, vinculada a la hipercitoquinemia, con el intento de controlar la infección viral. Esto da como resultado el retraso del curso de la enfermedad, mientras que el fracaso con la reducción del recuento de linfocitos y Treg culmina con el empeoramiento final hasta la positividad de COVID-19.
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