Andrea Brown, Sanjay Kumar y Paul B Tchounwou
El cisplatino (cis-diamino-dicloro-platino II) se descubrió inicialmente para prevenir el crecimiento de Escherichia coli y se reconoció además por sus efectos antineoplásicos y citotóxicos sobre las células cancerosas. Administrado por vía intravenosa a humanos, el cisplatino se utiliza como tratamiento de quimioterapia de primera línea para pacientes diagnosticados con varios tipos de neoplasias malignas, como leucemia, linfomas, cánceres de mama, testículo, ovario, cabeza y cuello, y cáncer cervical, y sarcomas. Una vez que el cisplatino ingresa a la célula, ejerce su efecto citotóxico al perder un ligando de cloruro, unirse al ADN para formar aductos de ADN intracatenario e inhibir la síntesis de ADN y el crecimiento celular. Las lesiones de ADN formadas a partir del daño del ADN inducido por cisplatino activan la respuesta de reparación del ADN a través del NER (sistema de reparación por escisión nuclear) al detener la muerte celular inducida por cisplatino mediante la activación de la vía ATM (ataxia telangiectasia mutada). Aunque se ha demostrado que el tratamiento es eficaz, muchos pacientes experimentan recaídas debido a la resistencia al fármaco. Como resultado, desde entonces se han utilizado otros compuestos de platino, como el oxaliplatino y el carboplatino, que han demostrado cierta eficacia. En esta revisión, se analizan las aplicaciones clínicas del cisplatino, con especial énfasis en su uso en la quimioterapia contra el cáncer.
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