Carolina Pérez, León Morales-Quezada y Felipe Fregni
El accidente cerebrovascular es una de las principales causas de discapacidad en los Estados Unidos. Los tratamientos disponibles para el accidente cerebrovascular tienen solo un efecto modesto en la rehabilitación motora y alrededor del 50-60% de los pacientes con accidente cerebrovascular permanecen con algún grado de deterioro motor después del tratamiento estándar. Las técnicas de estimulación cerebral no invasiva (NIBS) se han propuesto como tratamientos adyuvantes a la fisioterapia para la recuperación motora después del accidente cerebrovascular. La rTMS de alta frecuencia y la tDCS anódica se pueden aplicar sobre la corteza motora afectada para aumentar la excitabilidad cortical e inducir la plasticidad cerebral con la intención de mejorar el aprendizaje motor y lograr objetivos funcionales en pacientes con accidente cerebrovascular. De manera similar, la rTMS de baja frecuencia y la tDCS catódica se pueden aplicar a la corteza motora no afectada para reducir la inhibición interhemisférica y obstaculizar la plasticidad maladaptativa. También se ha propuesto el uso de varios medicamentos como las anfetaminas, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), la levodopa y los agentes colinérgicos para mejorar la función motora. Dado que tanto la terapia neuromuscular in vitro como la farmacoterapia pueden proporcionar algún efecto terapéutico independiente para la rehabilitación motora en caso de accidente cerebrovascular y con la justificación de que podrían funcionar de manera sinérgica, creemos que una terapia combinada (terapia neuromuscular in vitro más farmacoterapia) puede conducir a mejores resultados que una o la otra por separado. En este artículo, revisamos la literatura que respalda el uso potencial de un enfoque combinado en la recuperación de un accidente cerebrovascular y presentamos los estudios que ya han investigado esta idea.
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